ZIBALDONE, Catálogo de lugares comunes...



08 Nov 2012 – 08 Dic 2012     
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Durante el siglo XIV, en Florencia, se popularizó una peculiar forma de producción de libros: el Zibaldone o libro mezcolanza.

Era un códice de papel, generalmente de pequeño o mediano formato, muy distinto a los grandes folios de los libros de copia o de registro de los escriptorios, redactado en letra cursiva y totalmente desprovisto del revestimiento y las ornamentaciones de los ejemplares de lujo. El Zibaldone contenía una asombrosa variedad de textos devotos, técnicos, documentales o literarios, extractados y organizados por su dueño sin que parecieran respetar un orden discernible.  Una yuxtaposición sin sentido aparente de listas de la compra, tasas de cambio de divisas, recetas de brebajes medicinales, bocetos, miniaturas y citas de poetas clásicos que retrata a la perfección el desarrollo de la lectura y la escritura en el mundo secular, fuera del ámbito religioso que las había monopolizado durante toda la Edad Media.
                   
Básicamente funcionaban como una caja de herramientas: se recopilaban citas, frases, datos,  dibujos e información de diversa procedencia (o contexto) para reutilizarla (o re-contextualizarla) en la elaboración de obras futuras. Un “libro de recuerdos”, lleno de artículos de todo tipo, donde cada libro era único en relación a las experiencias y los intereses particulares de su creador. Un copiar y pegar que simbolizaba una nueva manera de relacionarse con la cultura y de construir el conocimiento como una obra colectiva.

En Inglaterra se le conoció como Common Places Book o libro de los Lugares Comunes (del término latín locus communis que significa “tema de carácter general”) y hacia el siglo XVII era una práctica muy difundida entre lectores, escritores, estudiantes y académicos como una ayuda para recordar conceptos útiles o hechos y materias que habían aprendido. El commonplacing se enseñaba formalmente a los estudiantes universitarios en instituciones como Oxford y Harvard y autores como John Milton, Francis Bacon, Coleridge o Mark Twain lo utilizaban declaradamente como método de trabajo. 

Esta práctica fue perdiendo divulgación con los años aunque se mantuvo como técnica de estudio popular hasta principios del siglo XX.  El creciente desarrollo de los procesos de imprenta y reproducción de textos e imágenes y el acceso cada vez mayor a la información acabó por convertirla en un procedimiento innecesario y obsoleto.


Sin embargo resulta llamativo el mecanismo de apropiación que suponía. Ese acto de elección totalmente subjetivo, mediante el cual su autor seleccionaba estractos de información y lo organizaba dentro de un nuevo contexto común. Rastros que hablan de las preocupaciones e intereses de los hombres de una época, pero que contemplados en su nuevo conjunto también pueden ofrecernos pistas sobre la vida y las inquietudes privadas de su creador.

A mi me ocurre algo parecido con las imágenes. En este presente saturado de ellas, de vez en cuando aparece alguna que ejerce un poderoso e inexplicable poder sobre mi atención y mi ánimo. La mayoría de las veces no puedo determinar con claridad la causa de ese magnetismo, pero lo cierto es que se transforma en una urgencia ineludible y en la necesidad de apropiarme de ella. Creo que en ese momento la imagen empieza a existir de manera diferente en mi interior y a formar parte de esa secreta configuración de ideas y de sensaciones, de recuerdos y de emociones que constituye la densa e intangible trama de nuestra experiencia íntima. La vida privada de las imágenes que sirve para explicarnos aquello que a menudo resulta tan complicado de expresar verbalmente, mediante el frondoso lenguaje de símbolos en el que habitan los lugares comunes.

Al fin y al cabo no es algo que debiera sorprenderme, todo el mundo sabe que una imagen vale más que mil palabras.



Galería Contrast




El Héroe (2012) Óleo sobre tela, 100 x 100 cm.



Remembering Malcolm (2012) Óleo sobre tela, 100 x 100 cm.




Viernes 3 a.m. (2012) Óleo sobre tela, 100 x 100 cm.




Tarde en el parque. (2012) Óleo sobre tela, 80 x 80 cm.




Sunday  (2012) Óleo sobre tela, 100 x 100 cm.



Afterglow II (2012) Óleo sobre tela, 81 x 100 cm.